Redacción Comciencia
🕑 10 de junio 2020
Aún queda mucho por descubrir sobre el nuevo coronavirus, sin embargo, en medio de la emergencia sanitaria mundial, profesionales de la salud insisten en tomar decisiones basadas en la evidencia científica que existe hasta el momento. Expertos sanitarios e investigadores de la PUCE trabajan en ello, verificando datos y sugiriendo alternativas para superar la pandemia de la mejor manera. Estas son algunas conclusiones de sus informes.
Sobre pruebas PCR y pruebas rápidas
Las pruebas PCR (siglas en inglés de Reacción en Cadena de la Polimerasa) son hasta el momento el método más aplicado y recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el diagnóstico de la COVID-19. También, en algunos países, se usan y comercializan pruebas rápidas que han sido cuestionadas por la seguridad de respuesta, pero a la vez sugeridas por otros debido a su inmediatez y capacidad de diagnóstico masivo.
Según este informe cuando no se toman bien las muestras que van a ser evaluadas con las pruebas PCR, hay altas posibilidades de arrojar falsos negativos, es decir, mostrar que la persona no tiene la enfermedad cuando en realidad sí la tiene. Sin embargo, las pruebas rápidas también tienen más posibilidades de arrojar falsos negativos que falsos positivos.
Las pruebas rápidas funcionan identificando, hasta en 13 minutos, los anticuerpos o proteínas generadas por el cuerpo cuando se enfrenta a una amenaza como el virus SARS-CoV-2 causante de la covid-19. El problema durante este diagnóstico es que si se toma una muestra antes de los 7 días en los que la persona presenta síntomas, puede arrojar un falso negativo. Entonces, al creer que la persona no está enferma, tampoco entrará en aislamiento y podría infectar a otras.
Un punto a favor es que las pruebas rápidas permitirían diagnosticar a más personas en menos tiempo. Entonces, si el resultado es positivo, la persona inmediatamente se rige al aislamiento y a un seguimiento específico. Si la respuesta es negativa, de acuerdo a los síntomas que tiene el paciente, determinan si se debe repetir la prueba rápida o se opta por un diagnóstico con una prueba PCR.
La recomendación es que se debería elegir qué prueba usar de acuerdo al escenario de transmisión. Para zonas en donde hay pocos casos de infección es factible diagnosticar a través de pruebas PCR. Para zonas con contagio comunitario y con el objetivo de evitar saturación de sistemas de salud, sería más factible el uso de pruebas rápidas.
Por último, advierten que no se conoce con exactitud las condiciones reales de la aplicación de pruebas rápidas para diagnóstico de coronavirus por lo que su uso es recomendable con fines de vigilancia o investigativos.
No hay fármacos para prevenir o aliviar síntomas de covid-19, el único método aprobado y seguro es la protección, higiene de manos y distancia física.
El uso de medicamentos como la cloroquina o hidroxicloroquina, requeridos para tratar la malaria, el lupus o la artritis, podrían mostrarse como una opción para la prevención o tratamiento contra la covid-19. Sin embargo, son solo nociones de expertos que están evaluando la efectividad de esta alternativa.
Aparentemente estos medicamentos podrían ser usados como método preventivo para personal sanitario que va a estar o que estuvo en contacto con pacientes de covid-19 o incluso para aliviar síntomas del coronavirus. El informe indica que no se puede reconocer la eficacia de este tratamiento pues no hay evidencia científica que garantice su uso, por el contrario, aplicarlo podría contribuir con la escasez de medicamentos para personas que ya estaban siendo tratados con esos fármacos.
Los expertos añaden que si se aplica de forma experimental no se debe omitir las medidas seguras de prevención como el lavado de manos, el distanciamiento social o el uso de equipo de bioseguridad.
Otro medicamento que parece prometedor como tratamiento para la COVID-19 es el fármaco Remdesivir creado, en principio, para tratar el ébola, pero que resultó efectivo contra otros coronavirus. El informe aclara que este tratamiento también está en etapa experimental, se encontró que hay 6 estudios que evalúan esta posibilidad, además se sabe que aún no ha sido probado en humanos por lo que no está aprobado para ninguna indicación a nivel mundial.
Tocilizumab, fármaco usado para tratar la artritis reumatoide, ha sido aprobado en algunos países como tratamiento para pacientes graves de covid-19. El informe aclara que este medicamento aún está en etapa experimental por lo que no se recomienda su uso. Además recalcan que, de acuerdo a los estudios evaluados, no se podría concluir con claridad los efectos favorables para tratar la enfermedad.
El informe concluye que hasta el momento no hay medicamentos específicos para tratar el nuevo coronavirus. Las opciones que se mencionan están en etapa experimental y se necesitan más estudios para definir si los fármacos sugeridos podrían utilizarse para tratar el nuevo coronavirus.
Respecto del uso de cloro, ozonoterapia o agua de mar como métodos alternativos preventivos o como tratamiento para la COVID-19, los expertos aseguran que no existe evidencia científica que garantice la eficacia de estas terapias.
Al contrario, el informe advierte que el agua de mar no es apta para el consumo, pues puede estar contaminada de materia fecal, entre otros patógenos, mucho menos recomiendan inyectar el líquido en la persona ya que podría ocasionar graves infecciones sistémicas.
Por su parte, tanto el consumo de cloro así como la ozonoterapia (introducir una mezcla de ozono y oxígeno en el cuerpo) puede tener efectos tóxicos para la salud. Para ambas terapias no hay aplicación útil conocida ni evidencia científica al respecto.
Tampoco es útil rociar químicos sobre la ropa de las personas
Expertos evaluaron también la información respecto a las cámaras de desinfección y concluyeron que no son un método efectivo para la sanitización de las personas por lo que no recomiendan su uso.
El informe parte de la noción de que no hay evidencia científica que asegure la efectividad de su uso, al contrario, el uso de químicos directamente en la ropa de la gente podría traer consecuencias a su salud como afecciones respiratorias en ojos o mucosas.
Añaden además que el tiempo de exposición no sería suficiente para el efecto de desinfección que se requiere. Por el contrario, esto podría dar una “falsa sensación de seguridad” haciendo que las personas descuiden otros métodos que sí están probados y recomendados como el lavado de manos.
Invertir en tecnologías no probadas, según expertos, afecta a la implementación de métodos y tecnologías que sí son efectivas para prevenir la covid-19.
Medidas de aislamiento deben priorizar a niños y niñas
Según datos del informe hasta el 5% de los contagios de covid-19 son niños y niñas. A pesar de que su pronóstico y recuperación es mejor que en los adultos, los niños pueden ser determinantes para la transmisión en escuelas, en la comunidad o en sus familias.
El informe advierte que a través de ellos podría haber mayor posibilidad de contagio pues el virus permanece por mayor tiempo en sus vías respiratorias altas (nariz, boca, faringe) desencadenando una mayor propagación viral. Se teme además sobre un probable contagio por heces fecales y en ambos casos el virus sería eliminado por un tiempo más prolongado, por ello, recomiendan que las medidas de aislamiento deben priorizar a niños y niñas.
Como esta información, claramente día a día surge mucha más. La idea de los profesionales es proveer una guía que permita tomar decisiones basadas en información verificada. Gracias a ello, determinan si es eficiente el uso de tecnologías, medicamentos, terapias y otras medidas respecto de la covid-19. En algunos casos, no hay evidencia suficiente que garantice la seguridad de un tratamiento y por ello tampoco lo recomiendan.
Según Ruth Jimbo, investigadora y evaluadora de tecnologías sanitarias de la PUCE, es fundamental analizar criterios de costo-efectividad pues al invertir en alternativas poco útiles, se podría obviar alternativas que sí son efectivas.