Melanie García / Redacción Comciencia
🕑 13 de julio 2020
Más allá de una discapacidad auditiva lo que une a la comunidad sorda es una identidad y cultura distinta, llena de diversidad.
En Ecuador hay 67.929 personas con discapacidades auditivas, según los datos del Consejo Nacional para la Igualdad de Discapacidades, Conadis; sin embargo no hay registro de cuántas personas sordo señantes existen, es decir quienes se comunican por la lengua de señas ecuatoriana (LSE).
Según la ONU “las lenguas de señas son idiomas naturales a todos los efectos, estructuralmente distintos de las lenguas habladas” cuando se trata sobre una lengua o un idioma natural, es coherente referirse también a una cultura y una visión del mundo, de esa manera ocurre con la cultura sorda.
La importancia de los estudios que hablen de las identidades culturales radica en la legitimización y reconocimiento digno de cada comunidad. Fernanda Bossano, antropóloga sociocultural de la PUCE, realizó una disertación sobre la cultura de la comunidad sorda, en ella explora elementos identitarios, tales como: la memoria, la historia, la educación, las experiencias internas de la comunidad, las señas como un apodo o nombre de identidad para cada persona, las tradiciones y las maneras en que se asocian (ya sea por edades, afinidades o luchas sociales) dentro de la comunidad sorda en Quito.
Identidad de la comunidad sorda en Quito
“para tener una identidad sorda no es suficiente dejar de oír, sino que además debes sumergirte en el mundo sordo. Eso implica preferir la lengua de señas por sobre la lengua oral (…)” .
El estudio de Fernanda Bossano Identidad y lengua de señas ecuatoriana: una etnografía al interior de la comunidad sorda de Quito es la primera investigación etnográfica de la comunidad sorda en el Ecuador (es decir que su investigación parte del diálogo directo con los protagonistas del estudio). Para este estudio se consideró a la comunidad sorda más que como una minoría por discapacidad, como una minoría lingüística.
Según Ladd, investigador inglés y activista de la comunidad sorda, a quien se refiere en la investigación: “Las comunidades sordas (…) pueden relacionarse con temas de falta de audición, mientras que otras están relacionadas con la lengua y la cultura”. Esta diferencia es un factor importante para tratar la identidad de la comunidad, ya que en el estudio de la identidad se refiere sólo a las personas sordas señantes.
De esta manera, la investigadora encontró distinciones para entender a la comunidad principalmente sobre la relación con la lengua de señas. Las personas oyentes, hopas (oyentes de padres sordos), sordas, hipoacústicas (discapacidad auditiva grave y se comunican por un español signado); la importancia de estas distinciones radica en comprender cómo se perciben las personas dentro de la comunidad sorda y cómo se construye su identidad.
¿Qué hay detrás de la educación en las personas sordas?
Una de las luchas de la comunidad sorda es la educación, debido a la falta de instituciones especializadas en LSE. Actualmente, según el Atlas Sordo, en el país hay 67.929 personas con discapacidades auditivas y doce instituciones educativas especializadas en LSE.
La investigación detalla que el sistema educativo para las personas con discapacidad auditiva ha pasado en la mayoría de casos por un proceso de la oralización, que ha sido criticada dentro y fuera de la comunidad sorda. Esto debido a que el periodo de terapia de lenguaje, que según los testimonios que recoge la investigación, son considerados una pérdida de tiempo.
Para explicar esto, Bossano cita a Veinberg, quien asegura que “tratar a un niño sordo como si fuese oyente tiene resultados catastróficos en la adquisición del lenguaje. Un niño oyente adquiere una lengua oral mediante un proceso natural que le es inaccesible a la persona sorda. El proceso natural de adquisición de la lengua para el niño sordo se da a partir de las lenguas gestuales”.
La educación en condiciones dignas fue uno de los ideales que motivaron a la creación de varias asociaciones; entre ellas la Federación Nacional de Personas Sordas en el Ecuador (FENASEC) que lucha por ”el reconocimiento de una identidad, una cultura y una lengua”.
Un mundo diferente
Un elemento que ha causado malestar en la comunidad sorda es que, culturalmente, se ha reducido a un discurso que sólo las caracteriza por una deficiencia fisiológica. Sin embargo, al entender que su forma de comunicación, si bien no es oral, es basada en signos y símbolos, se entiende que abarca toda una cosmovisión distinta.
Por esta razón, para Bossano se entiende mejor la realidad de la comunidad sorda semejante a una minoría lingüística, más que como parte de la población de discapacidad. En otras palabras, lo explica uno de los testimonios que recoge la investigación de Bossano:
“Dos culturas porque son dos mundos, el mundo de los oyentes y el mundo de los sordos, el mundo de los oyentes es su estilo de vida, sus costumbres de los oyentes, el mundo de los sordos es diferente, la vida es visual y la comunicación es visual, por ejemplo, tenemos luces para el timbre, se utiliza las manos para aplaudir, son dos mundos diferentes, dos culturas diferentes y dos lenguas.”
Identidad y lengua de señas ecuatoriana: una etnografía al interior de la comunidad sorda de Quito es un estudio que abre puertas a varias preguntas y cuestiones de la riqueza cultural que existe dentro de la comunidad sorda en Quito y más aún a nivel mundial que existen más de 300 lenguas de señas, según la ONU.