Gabriela Ochoa / Redacción Comciencia
🕑 23 de junio 2020
Chagas es una enfermedad tropical desatendida que pone en riesgo la salud de habitantes en 18 provincias en Ecuador. En Loja, por ejemplo, cerca del 77% de la población está expuesta a contraerla. Científicos del CISeAL descubrieron que los métodos de control que se han aplicado hasta ahora, a través de rociamiento con insecticidas, han sido ineficientes para eliminar el vector transmisor de la enfermedad, desde entonces, trabajan por sus propios medios para controlar y prevenir este mal.
Cuando Diana era niña jugaba con su hermana a buscar “bichitos” en el colchón, ganaba quien encontraba el chinchorro más grande y gordo; “lo aplastábamos y mediamos la distancia que alcanzaba la sangre, ganaba la mancha que llegaba más lejos”. A sus 34 años, Diana se enteró que ese bichito con el que inocentemente jugaba de niña es el transmisor de un parásito que produce la enfermedad de Chagas. En el cantón Calvas en Loja, viven ella con su esposo y tres de sus cinco hijos, afortunadamente ni ella ni su familia tienen la enfermedad, asegura.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), a inicios de 2019, en el mundo hubo alrededor de 7 millones de personas infectadas de Trypanosoma cruzi (parásito causante de la enfermedad de Chagas), la mayoría de América Latina. Su principal forma de contagio, por transmisión vectorial, se debe a insectos conocidos como chinchorros, chinche, vinchuca, entre los nombres más comunes. La OMS reconoce además que el control vectorial es el método más efectivo de prevención de la enfermedad, ya que no existe vacuna.
Aunque la enfermedad de Chagas afecta principalmente a seis provincias de Ecuador. El chinchorro es un insecto que vive bajo los 2 300 metros de altura lo que quiere decir que podría habitar en 18 de las 24 provincias, un equivalente al 70% del territorio ecuatoriano. Según Esteban Baus, investigador del CISeAL, con los aumentos de temperatura debido al cambio climático, en el transcurso de algunos años se podría expandir el territorio apto para la supervivencia de chinchorros y alcanzar zonas en los que años atrás habría sido poco probable encontrarlos.
Las condiciones para infectarse son un tanto circunstanciales, pero posibles. Este insecto pica por las noches dejando sus heces junto a la herida, estas podrían contener el parásito Trypanosoma cruzi y cuando la persona afectada se rasca introduce el parásito por la herida infectando su sangre. La enfermedad se puede transmitir por habitar en viviendas de adobe expuesto que generan espacios propicios para albergar chinchorros, vivir en condiciones de insalubridad, a través de transfusiones sanguíneas contaminadas, de madre infectada a hijo durante el embarazo y por consumo de alimentos contaminados (heces u orina de chinchorro).
Según la OMS, es una enfermedad “potencialmente mortal”. Cuando una persona se infecta puede tomar medicamentos antiparasitarios que controlan la infección; sin embargo, el problema de este parásito es que las personas no presentan síntomas inmediatos sino quizá hasta 10 años después, cuando ya tienen la enfermedad es cuando presentan patologías cardíacas o digestivas que en algunos casos resultan en la muerte.
En Cariamanga, Loja, Patricia cuenta que hace seis años descubrió que su hija estaba infectada por el parásito causante de la enfermedad de Chagas, para lo cual tuvo que seguir un tratamiento en el que debía tomar medicación por tres meses. La niña no completó ni el mes de tratamiento cuando la madre decidió suspenderlo. Según Patricia, los efectos secundarios eran demasiado fuertes, “mi hija perdió el apetito y sentí que su piel se iba poniendo de un color extraño… Después de un tiempo, le hicieron un electrocardiograma y me dijeron que su corazoncito estaba bien. Desde entonces ya no ha recibido tratamiento”. Según la madre, no tiene claro dónde pueden darle seguimiento a la enfermedad. Hoy su hija Rosa tiene 19 años.
En Ecuador, Chagas afecta principalmente zonas rurales, suburbanas o urbanas insalubres en Loja, El Oro, Manabí, Guayas, Orellana y Sucumbíos. Al momento, se escucha muy poco sobre esta enfermedad porque se cree que es un problema de áreas rurales. Sin embargo, debido a la movilidad de las personas, se registra importante número de casos en zonas no endémicas como Estados Unidos, Canadá, Europa y en el Pacífico Occidental.
Hay dos medicamentos para tratar la enfermedad: benznidazol y nifurtimox. Pero estos pueden ser eficaces únicamente al comienzo de la infección, en la etapa aguda, incluso en los casos de transmisión congénita, no cuando ya desarrollan la enfermedad. Y es que el problema ocurre cuando el parásito ya llega al corazón o al sistema digestivo. Ahí ya no tiene cura. Además son tratamientos con efectos secundarios fuertes por lo que la gente simplemente deja de tomarlos. De acuerdo al Instituto de Salud Global de Barcelona, menos del 1% de personas infectadas tienen acceso a tratamiento.
Alejandra es abogada y hace algunos años viajó a Argentina con su esposo para continuar sus estudios, durante su permanencia en ese país se embarazó y entre los exámenes médicos que le realizaron concluyeron que tenía Chagas. Alejandra nació y creció en Quito, recuerda durante su adolescencia haber viajado y acampado en lugares recónditos de la costa ecuatoriana, “quizá ahí me picó una vinchuca y no me di cuenta”.
Alejandra cree que los métodos de diagnóstico en Ecuador están fallando; no se explica cómo después de tanto tiempo viviendo en la capital y haciéndose exámenes de rutina periódicamente nunca le detectaron la enfermedad. Después de haber dado a luz en Ecuador espera volver a Argentina con su hija para que ambas se hagan los exámenes necesarios; para ella empezar un control de sus órganos cardiacos y digestivos y para determinar si su hija es portadora del parásito.
¿Quién se ocupa del Mal de Chagas?
Es casi mediodía y el sol está en su punto máximo. Estoy junto al equipo del CISeAL. Estamos ante un paisaje increíble; un bosque seco con árboles tan grandes y tan intrigantes, los ceibos.
Ahí estábamos, en medio de los ceibos, donde parecía que no encontraríamos nada, estaba una pequeña casa, probablemente un hogar más en el que se va a trabajar.
La razón de la visita tiene que ver con el programa para el control y la prevención del Chagas, Hogares Saludables para Vivir Saludables. Iniciativa impulsada por el Instituto de Enfermedades Infecciosas y Tropicales (ITDI) de la Universidad de Ohio y el Centro de Investigación para la Salud en América Latina (CISeAL) de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).
Esta enfermedad desatendida, según la OMS, está relacionada a la pobreza, a esas poblaciones con limitado acceso a servicios de salud y saneamiento; básicamente es una enfermedad olvidada. Expertos aseguran que estas enfermedades son consecuencia de condiciones de pobreza extrema o ciertos hábitos de convivencia, sin embargo, también es cierto que otra causa fundamental es la falta de atención y con ello la desinformación.
Chagas es una enfermedad endémica en 21 países de América Latina. Según datos de la Organización Panamericana de la Salud, PAHO, alrededor de 70 millones de personas están expuestas a contraer esta enfermedad y, en promedio, al año mueren 14000 personas con Chagas. Este organismo reconoce además que mientras no cambien los determinantes de salud, con ello, el mejoramiento de la infraestructura de las viviendas y ciertas condiciones de insalubridad que favorecen la existencia del vector; erradicar la enfermedad será difícil.
“La gente muere de Chagas, pero gran parte de ellos ni siquiera supieron que tuvieron la enfermedad”, dice Anita Villacís, científica del CISeAL. Y es que hay un camino por el que profesionales, preocupados por los problemas de salud, han optado. A través de proyectos particulares, expertos nacionales y extranjeros han venido estudiando el Chagas y buscando opciones que anulen la exposición de las personas hacia el parásito y por ende a la enfermedad.
El equipo de investigación del CISeAL ha encontrado algunas respuestas respecto de la enfermedad de Chagas. Entre la información recabada a través de censos, el equipo da cuenta del grado de infestación que presentan las casas, si el chinchorro encontrado tiene el parásito y si hay posibilidades de que las personas que habitan el hogar estén infectadas. La idea es que los organismos competentes tomen acción para detectar el parásito y si es posible darle tratamiento. Pues, generalmente, las personas en Ecuador no acceden a un diagnóstico, mucho menos a un tratamiento.
“Nosotros somos un laboratorio de investigación, no de diagnóstico”, menciona Anita explicando que por más que quisieran no pueden ir más allá. Es competencia del Ministerio de Salud hacer tomas de sangre concretas que determinen las acciones para tratar la enfermedad. Sin embargo, no pierden la esperanza. Anita cree que una buena práctica para erradicar la enfermedad de Chagas es uniendo fuerzas independientemente de si trabajan junto al Estado o con financiamiento privado, incluso con donaciones del extranjero.
El programa H3L, Hogares Saludables para Vivir Saludable, es la respuesta a los más de 15 años de investigaciones del CISeAL. El plan es mejorar casas y construir nuevas viviendas que eliminen la exposición de los seres humanos al vector. Al momento, se construyeron 6 viviendas, en este 2020 se pretendía incrementar a 10 y cada año ir aumentando. Desde la construcción de las primeras casas y con el seguimiento que el programa viene haciendo, ya no volvieron a encontrar chinchorros que expongan a los hogares intervenidos.
Si bien los hogares intervenidos están a salvo, el programa piensa implementar profesionales de otras disciplinas que den una mirada más amplia a este problema de salud. Esto debido a que en 2019 visitaron nuevas comunidades y a pesar de la información que desde hace años han ido difundiendo en las zonas rurales de Loja; las infestaciones no han disminuido con excepción de los hogares intervenidos. Lo que quiere decir que el resto de las personas siguen sin entender qué es Chagas y cómo prevenirla.
El programa busca mejorar viviendas pero también dar seguimiento a los hábitos de convivencia del nuevo hogar, principalmente de sus prácticas. Por ejemplo, algunas personas vivían con animales dentro de casa o tenían nidos de gallinas muy cerca de sus dormitorios, justo en las paredes que los cubre. El propósito es informar para cambiar ciertos hábitos de convivencia respetando sus formas de vida.
Al programa de prevención y control de Chagas del CISeAL se sumó el componente de “Prevención, Seguimiento y Vigilancia Comunitaria”. Desde esta perspectiva se busca, también, capacitar a líderes comunitarios: “aspiramos que los mismos dueños de las casas estén vigilantes y atentos ante la presencia del chinchorro”, explica Anita. Así se lleva un control desde las comunidades, esperando que poco a poco vayan comprendiendo los alcances de la enfermedad.
Los retos de esta enfermedad desatendida
Se cree que el parásito causante de la enfermedad de Chagas se propagó hace miles de años desde animales silvestres a animales domésticos y después a las personas. Además de los principales transmisores de la enfermedad, los chinchorros, existe otra amplia población de animales silvestres que sirven de especies reservorio del parásito, lo que ha hecho difícil controlar la enfermedad. Así que aún cuando se rocíe las viviendas cada tres o cuatro meses, ha sido difícil eliminar el contacto de las personas con el vector.
Lo alarmante de conocer de cerca el riesgo que corren las personas expuestas al parásito es que siguen sin comprender el peligro de desarrollar la enfermedad de Chagas. Mucho más si esta presenta los síntomas después de algunos años, en algunos casos cuando tienen edades avanzadas y los problemas de salud son ‘‘propios de la edad’’.
La mayoría de personas infectadas de Chagas no presenta síntomas o estos no son específicos, de hecho en un principio, los síntomas se podrían confundir con alguna otra enfermedad. Según datos de la PAHO, en la fase crónica de Chagas un 30% de los personas infectadas presentan insuficiencias cardiacas y otro 10% agrandamiento de órganos digestivos, además de alteraciones neurológicas. Otra parte, quizá sin saber que tenía la enfermedad, sufre una muerte súbita por insuficiencia o arritmia cardiaca.
El tratamiento para la enfermedad de Chagas está a cargo del Ministerio de Salud y es gratuito. El problema es que se sigue desconociendo la existencia de la enfermedad; incluso algunos lojanos en riesgo que saben de la enfermedad, creen que es una realidad remota.
En el documento para Preparar a la región para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible sobre la salud-Capítulo Ecuador, se detalla como meta para el 2030: “poner fin a las epidemias del sida, la tuberculosis, la malaria y las enfermedades tropicales desatendidas”. El camino es largo, la idea sería lograr que Chagas entre otras enfermedades desatendidas, lleguen a ser prioridad en agendas políticas de América Latina. Además, como ciudadanos aparentemente no expuestos a la enfermedad, nos informemos; finalmente las enfermedades desatendidas terminan siendo la realidad de todos.
En 2019, Chagas cumplió 110 años de ser descubierta y ese mismo año se declaró cada 14 de abril como el Día Mundial de la Enfermedad de Chagas.