Gabriela Yánez Jácome / Redacción CESAQ-PUCE
🕑 3 de julio 2020
Los plásticos se pueden encontrar en cosméticos, textiles de ropa, materiales de construcción y en multitud de utensilios, la desventaja de estos, es su lenta descomposición lo que los ha convertido en un producto de desecho que afecta al ambiente y a todos los seres vivos.
Actualmente, la contaminación del mar por plásticos, entre otros desechos, es un tema preocupante a nivel mundial. No se pueden discutir las facilidades que ha brindado a la vida cotidiana el uso de los plásticos, por su infinidad de aplicaciones en la industria. Su versatilidad, poco peso, flexibilidad, durabilidad, resistencia a la corrosión, bajo coste de producción y longevidad, han facilitado el desarrollo de la humanidad. ¿Cuál es el verdadero precio de estas comodidades?
En los últimos 60 años, la producción global del plástico ha incrementado exponencialmente. Según un estudio publicado por la revista Science Advances, en el mundo se han producido 8.300 millones de toneladas de plástico nuevo a partir de petróleo, “para que nos hagamos una idea, este peso equivaldría a 1000 millones de elefantes”, explica el estudio. Se estimaba que para 2020 la producción de plástico superaría los 500 millones de toneladas anuales.
Y es que los plásticos se han convertido en un elemento indispensable, fomentando la práctica insostenible de “usar y tirar”, generando desechos, que, por su volumen y cantidad, es bastante difícil idear un plan de tratamiento apropiado. Según PlasticsEurope, cada ciudadano usa en promedio aproximadamente 60 kilos de plástico al año. Los habitantes de países industrializados como Estados Unidos, Canadá, México, Europa occidental y Japón usan 100 kilos, mientras que en Oriente Medio y África menos de 50 kilos.
Alrededor del 30% del plástico producido sigue siendo utilizado en hogares, autos y fábricas, el 60% yace en vertederos o en el ambiente, y apenas el 10% es reciclado. De acuerdo a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), el 2% del plástico producido en todo el mundo acaba en el mar, de ser así, aproximadamente hay 166 millones de toneladas de plástico en el océano.
Muchos de los plásticos que llegan al mar son transportados por el viento, otros son lanzados directamente por propia voluntad humana, y muchos llegan por arrastre de las corrientes de los ríos provenientes de los continentes. Un estudio demostró que solamente dos ríos de Los Ángeles, California, EEUU, vertían al océano Pacífico 2 billones de partículas plásticas en tan solo 3 días.
Según otro estudio realizado por investigadores holandeses, los residuos plásticos arrojados a los ríos, principalmente en los cauces asiáticos, son una de las mayores fuentes de contaminación de los océanos. China, Indonesia y Filipinas encabezan la lista de los países con mayor porcentaje de plástico no reciclado que acaba en los vertederos o en los cauces de ríos. “El río Yangtzé en China es la zona hidrográfica que más contribuye a la contaminación oceánica mundial, vertiendo 330.000 toneladas de plástico en el mar de China Oriental”.
La ONU calcula que ocho millones de toneladas de plástico, en sus diversas formas, se vierten al mar cada año. Ante la gravedad de la situación, Naciones Unidas logró que 193 países se comprometan a reducir la contaminación de los mares para el 2025. Entre estos, países de América Latina y El Caribe están implementando impuestos, restricciones y prohibiciones para combatir el uso de plásticos y sus dañinos impactos en los océanos y especies marinas.
El pronóstico para 2050 es catastrófico
Si en 10 años se calcula que habrá una tonelada de plásticos por cada 3 toneladas de peces, para 2050 podría haber más plásticos que peces en los océanos, según el Programa de la ONU para el Medio Ambiente , PNUMA.
“La campaña “Mares Limpios” del PNUMA, busca reducir drásticamente el consumo de plásticos desechables y erradicar el uso de microplásticos que contaminan los océanos”. Barbados, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Granada, Ecuador, Panamá, Perú, Rep. Dominicana y Uruguay son parte del movimiento.
Ecuador por su parte, lanzó en abril 2018 una restricción progresiva de sorbetes, bolsas y botellas desechables en las Islas Galápagos, sin embargo, todavía hacen falta medidas a tomar en el territorio continental.
En Ecuador continental, algunos municipios, por ejemplo, la Secretaría de Ambiente del Municipio de Quito intervino con cadenas de restaurantes, hoteles y mercados para ir reduciendo paulatinamente el uso de sorbetes plásticos. Se estima que un restaurante desecha aproximadamente 45.000 sorbetes al año.
El plástico no solo amenaza las especies del mar
La contaminación de los océanos varía en función del tipo de plástico, en su gran mayoría PET (tereftalato de polietileno), usado en envases para bebidas, sorbetes, bolsas, láminas plásticas, así como otros poliésteres.
Los plásticos que contaminan los océanos se han clasificado en tres tipos de acuerdo a su tamaño: macroplásticos, microplásticos y nanoplásticos. Los macroplásticos son aquellos plásticos de un tamaño mayor a 5 milímetros, los microplásticos poseen un tamaño de entre 1 y 5 milímetros y los nanoplásticos tienen un tamaño inferior a 1 milímetro.
Un ejemplo de fabricación directa de micro y nanoplásticos son las diminutas esferas que se encuentran en algunos productos cosméticos exfoliantes o en pastas de dientes. Por otra parte, los micro/nanoplásticos secundarios, se generan principalmente por fotodegradación (causada por los rayos UV del sol) de plásticos de mayor tamaño, aunque también por degradación térmica o mecánica.
La gran mayoría de los microplásticos secundarios se originan en las playas. Esto ocurre debido a que la radiación UV y la temperatura son mucho más altas en comparación con las que se dan en el agua; el empuje del viento en la playa favorece la degradación mecánica al desplazarse los plásticos por los sedimentos.
Por su parte, los micro y nano-plásticos no solo se forman por desgaste, fricción y descomposición en el mar y las playas, capaces de ser transportadas por el viento y el agua. Se sabe que el 60% de la ropa contiene fibra sintética, la cual, en un solo ciclo de lavado a máquina, libera hasta un millón de fibras. Según un estudio de Estados Unidos, solo las lavadoras de Europa arrojan anualmente 30.000 toneladas de fibras sintéticas en las aguas residuales y una parte de estas acaba en el mar.
Uno de los impactos más importantes de los micro y nano plásticos es la introducción en la cadena trófica. A través de invertebrados marinos filtradores como mejillones y del zooplancton y peces los cuales confunden a los nanoplásticos como alimento. Al ser consumidos por aves y peces, ingresan en la cadena alimenticia y algún día podrán ser consumidos también por las personas.
Diferentes estudios han observado los efectos que tiene la ingesta de microplásticos en los invertebrados y vertebrados marinos: abrasión y/o obstrucción intestinal, toxicidad hepática en peces, reducción de las tasas de alimentación, alteración de las tasas de respiración y capacidad reproductiva.
Los microplásticos presentan graves consecuencias para las aves y peces. El problema más común es su ingestión ya que confunden los plásticos con comida, y al comérselos, la basura se queda en los estómagos dando sensación de saciedad, lo que hace que el animal se debilite hasta morir.
En otros casos, cetáceos y tortugas suelen quedar atrapados en redes, lo que dificulta su movimiento e impide su respiración, llegando a morir de asfixia o incluso de agotamiento por el esfuerzo para soltarse de la red.
Tanto los macro como micro y nano-plásticos, no sólo se encuentran flotando en la superficie del agua, sino que pueden encontrarse en los fondos marinos, sin saber con certeza cuál es el impacto en estos ecosistemas por la dificultad de realizar investigaciones a estas profundidades.
Las partículas de plástico en el mar tienen la propiedad química de atraer y acumular contaminantes hidrofóbicos que pueden estar presentes en el agua de mar. Es decir, que los plásticos son “esponjas” químicas para contaminantes peligrosos que llegan al mar, procedentes de la agricultura y la industria.
A la vez, el plástico también segrega otros contaminantes al agua del mar. El 100% de las muestras de agua de mar que han sido evaluadas contienen bisfenol A, un potente disruptor endocrino cancerígeno, empleado en la fabricación de policarbonato. Este compuesto también llega a ser parte de la cadena alimenticia.
Plásticos hasta en la sopa
Actualmente, las noticias más abrumadoras y desconcertantes son las provocadas por la contaminación de plásticos en el mar. Y es que ahí se han identificado cinco zonas de concentración conocidas como “islas” o “sopas” de plásticos en las zonas subtropicales: una en el Índico, dos en el Atlántico y dos en el Pacífico.
La isla de basura del Pacífico, situada en el sector centro-norte de este océano, tiene aproximadamente 1 millón y medio de kilómetros cuadrados de superficie, y está compuesta principalmente por microplásticos flotando en suspensión.
Si se considera que la superficie del océano Pacífico es de 155,5 millones de kilómetros cuadrados, aproximadamente un 1% de este océano está cubierto por basura.
Estas acumulaciones de basura denominadas “grandes manchas de basura” se deben a los llamados giros oceánicos, que son grandes giros que realizan las corrientes oceánicas por acción de la rotación terrestre. Al ir a la deriva de las corrientes, los plásticos quedan atrapados en estos giros de los que les es prácticamente imposible salir y dispersarse, quedándose allí de forma perpetua.
Las manchas de basura están compuestas por fragmentos pequeños (menores a 4 mm) y dispersos en superficies gigantescas, siendo la mancha del Pacífico mayor que EEUU, por lo que es imposible limpiarlas.
En octubre de 2017, la fotógrafa Caroline Power mostró impactadoras imágenes de basura flotante entre las islas hondureñas de Roatán y Cayos Cochinos, ubicadas en el Mar Caribe, demostrando así las consecuencias de la acción humana sobre el ambiente.
All species of sea turtles are endangered. Fewer than 1 in 1000 will reach adulthood. They do not need any additional threats.
Posted by Caroline Power Photography on Thursday, November 8, 2018
Por desgracia, los desechos plásticos no solo contaminan los mares. Investigadores de la Universidad Estatal de Nueva York y la Universidad de Minnesota, analizaron 159 muestras de agua potable de todo el mundo y también encontraron microplásticos.
De todas las muestras recolectadas, el 83% contenía microplásticos. El país con el mayor índice de microplásticos fue Estados Unidos con un 94 %, Líbano (94 %) e India (82 %) son los países que siguen en la lista. Las muestras también ofrecen índices para Ecuador, con un 75 %, Indonesia 76 %, y Europa (72 %).
Si los microplásticos están presentes en el agua potable, esto significa que, con toda probabilidad, se encuentran en muchos de los alimentos que consumimos y que están preparados con agua, como el pan, la sopa, la pasta, las gaseosas, el café o la leche de fórmula para los bebés, dicen los autores del estudio. Así mismo, los investigadores indicaron que se desconoce cómo llegaron estas fibras contaminantes al agua, sin embargo, un lugar de procedencia evidente es la atmósfera, la cual transporta las fibras que se desprenden por el uso de la ropa sintética y de los textiles.
También se ha evidenciado que las microfibras pueden infiltrarse directamente a los sistemas de agua, revelando que los sistemas actuales no filtran los microplásticos, o al menos, no lo hacen bien, dado el tamaño de estas partículas.
Tampoco se sabe qué implicaciones puede tener para la salud humana. Algunos estudios demuestran que las partículas de tamaño pequeño pueden migrar a través de la pared intestinal y llegar a los ganglios linfáticos y a otros órganos corporales.
La reducción en el consumo de plástico es responsabilidad de todos, tanto de quienes fabrican el producto, quienes lo consumen y las administraciones que gestionan los residuos. Así mismo, los gobiernos deben intervenir para la prohibición del uso masivo de plásticos, proponer fuertes políticas frente a este problema global, sin embargo, aún queda un largo camino que recorrer.
La ONU concluye que el microplástico no representa en la actualidad un riesgo para la salud humana, pero también aclara que no hay datos suficientes sobre el tema. Sin embargo, lo que sí es palpable, son los efectos en el ambiente y su repercusión en la vida de animales marinos, y la contaminación de la cadena trófica.