Redacción Comciencia
🕑 30 de junio 2020
Según el Programa para el Medio Ambiente de la ONU, PNUMA, el 55% de la población mundial es urbana, siendo los responsables, a nivel global, del 75% de las emisiones de CO2. Los cambios de temperatura, la ausencia de nubes y consecuentemente la intensa radiación son algunos de los efectos más recientes que hemos experimentado a causa del cambio climático. Estas condiciones nos obligan a idear métodos para aplacar, en la medida de lo posible, las consecuencias que trae la urbanidad que para el 2050 será del 68% de la población mundial, estima el PNUMA.
Y es que estas ciudades que se expanden poco a poco van terminando con vegetación y con ello todo un ecosistema de organismos vivos. Nos enfrentamos entonces a islas de calor, contaminación ambiental y sonora, en general, a un ambiente poco saludable. Por tal motivo, poco a poco hay más opciones para un desarrollo urbano sostenible, pero además de restablecer la armonía del ser humano con la naturaleza, lo interesante de este reto es hacerlo respetando todas las formas de vida, incluso aportando con la conservación de la fauna urbana, por ejemplo.
Una de las formas ha sido estudiar los beneficios de la agricultura urbana, no únicamente como algo ornamental sino más bien funcional; vital. Por ejemplo, una investigación de arquitectos de la PUCE junto con la colaboración de profesionales de la Universidad de Delft (Holanda) estudian jardines verticales activos, asimilándolos como un sistema mecánico de aire acondicionado para la ciudad, es decir que actúan enfriando el ambiente por evaporación, entre otros beneficios.
Se trata del análisis del impacto de jardines verticales para la climatización de espacios interiores y para la absorción de sonido externo. Resulta que al mantener el jardín vertical activo contribuye a la regulación térmica enfriando el aire de 8,1ºC hasta 14,3ºC en promedio. También actúa como un biofiltro gracias a microbios que se encuentran en las raíces, sus hojas capturan partículas contaminantes y respirables como el polvo, absorben la radiación solar y por último el sustrato es excelente para absorber el ruido.
Los resultados concluyen que el jardín activo presenta muchas mejoras considerables en la calidad del aire respecto de los jardines pasivos. Descubrieron que la forma más efectiva de activarlos es permitiendo que el aire fluya por detrás del jardín vertical. Además, corroboraron su operatividad en la mitigación del ruido del tráfico y se definió una funcionalidad que triplica la efectividad que se creía en un principio.
Otra investigación a cargo de la bióloga máster en ambiente, Liliana Jaramillo, estudia las especies de plantas nativas aplicadas en techos verdes. Los beneficios de esta estructura en el área urbana incluye la reducción de la temperatura en los últimos pisos de la edificación y de la temperatura ambiental en general, mejoras en la calidad del aire, la absorción de agua lluvia y la reducción del ruido, sobre todo cuando este proviene desde arriba, como en edificaciones cercanas a los aeropuertos.
Liliana explica que los techos verdes con plantas nativas no solo son un beneficio para quienes habitan el edificio porque además de estar utilizando un espacio que podría estar olvidado, genera un refugio urbano para especies como aves o insectos voladores.
Esta iniciativa de conservación a través de plantas nativas es una idea vital en la arquitectura urbana por un razón importante: “hay buen número de polinizadores que han coevolucionado junto a estas plantas, con esta propuesta arquitectónica estamos recreando los ecosistemas que antes destruímos, pero esta vez en los techos de la ciudad”, explica.
Los dos últimos años, Liliana ha logrado consolidar Nativus, un equipo de trabajo que conjuga la biología, arquitectura, antropología y la investigación social para el estudio y producción de información ecológica. El catálogo de Nativus trata 15 especies de plantas y, entre otras cosas, explican cuánta agua necesitan las plantas nativas, cómo crecen las plantas ecológicas o cuándo florecen ciertas especies, algunas incluso endémicas de Ecuador.
La propuesta de techos verdes con plantas nativas ganó un premio de la ONU Medio Ambiente a nivel mundial en la categoría de Reto de Emprendimiento Urbano. El primer prototipo de techos verdes con plantas nativas en el país se realizó en el techo de un edificio de 15 pisos en Quito. Por el momento, Nativus continúa investigando y evaluando qué otras especies nativas son funcionales para la ciudad, la idea es incrementar la variedad de opciones aplicables en la agricultura urbana en general.