Redacción Comciencia
🕑 15 de septiembre de 2021
“Esos son unos resentidos sociales” o “Bro: el pobre es pobre, porque quiere”. Estas son algunas de las frases que se han expuesto en las turbias interacciones de redes sociales, en referencia a los últimos acontecimientos.
Sin embargo, no son nuevas, ni mucho menos reveladoras. La esencia del concepto es la misma, pero se va adaptando a los nuevos contextos generacionales. En pocas palabras: “señor, hay un poco de argumento en su clasismo”.
Roger Bastide, antropólogo y sociólogo francés, en su libro ‘El prójimo y el extraño’, expone su concepción del clasismo como: un prejuicio de clase, por medio de actitudes que rechazan y evitan a las clases dominadas, dentro de la cotidianidad, o a través de simbolismos.
Definir al clasismo de manera aislada resulta medianamente complejo; pues, en América Latina, este concepto está ligado a otro fenómeno social: el racismo.
Ambos tipos de discriminación tienen una estrecha relación por los procesos colonialistas que se vivieron en el continente. Alejandra Delgado, docente de la Facultad de Ciencias Humanas de la PUCE, considera que, en el país existe un sentimiento de inferioridad, reflejado en la “añoranza de no ser”.
“La principal desigualdad en nuestro país es la étnica. Eso hace que el clasismo aparezca como consecuencia inmediata de lo étnico”, menciona Alejandra Delgado. Sin embargo, ambas problemáticas pueden analizarse por separado.
Este es un fenómeno que se desprende de la inequidad y está interiorizado en la idiosincrasia ecuatoriana. Desde las series que consumimos en streaming como Élite, hasta acciones diarias como evitar que una empleada doméstica almuerce con toda la familia, el clasismo se esconde en prácticas y representaciones cotidianas.
¿Qué hay detrás del clasismo?
Pobreza, condiciones de trabajo deplorables y desigualdad.
“El clasismo no permite mirar las terribles desigualdades e inequidades. No entender la problemática del clasismo hace que naturalicemos la desigualdad social, como si fuera una cuestión voluntaria”, indica Alejandra Delgado, docente de la PUCE.
Al respecto, existen varios temas pendientes que Ecuador no ha podido solucionar, como la pobreza. El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), en su Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU), muestra que: a junio de 2021, la pobreza a nivel nacional fue de 32.2%; en las áreas rurales este porcentaje asciende al 49.2%.
Entre junio de 2016 y 2021, existe un incremento de 8.5 puntos porcentuales respecto a la pobreza a nivel nacional. También, la encuesta revela que, en áreas rurales, la pobreza extrema alcanza un 28%; 19.6 puntos más que en zonas urbanas.
Y… ¿el empleo? La situación no cambia. Según ENEMDU, a junio de 2021, la tasa de desempleo es del 5.1% y de subempleo 23%. El dato más llamativo tiene que ver con el empleo informal; pues representa el 49, 9%
El clasismo, como opiniones y juicios de valor, nubla la realidad continental. El informe denominado ‘Atrapados: alta desigualdad y bajo crecimiento en Latinoamérica y el Caribe’, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNDU), menciona que el 56% de los ingresos nacionales latinoamericanos está en manos de la quinta parte de la población más rica.