Gabriela Ochoa
🕑 10 de mayo de 2021
Investigadores de la PUCE demostraron que la altitud en la que viven las personas aumenta o disminuye el riesgo de tener problemas cardiovasculares, es decir, afectaciones al corazón y la circulación.
La evidencia científica previa demuestra que tener una enfermedad cardiovascular depende en gran medida de los contextos en los que se desenvuelven las personas. Además de los hábitos físicos y saludables están: el tipo de trabajo que realiza, el clima, la contaminación, el estatus socioeconómico y el más reciente descubrimiento; la altitud en la que viven las personas.
Según el Dr. Iván Dueñas, investigador del ISP-PUCE y uno de los autores de esta última investigación: “por cada 1000 m de incremento en la altitud en que se vive, existe una reducción del riesgo cardiovascular a 10 años de, al menos, un 0,5%”, explica. Para demostrar esto, utilizaron información de la Encuesta Nacional de Salud de 2012 que permitió evaluar la altitud en la que viven las personas con el riesgo a tener problemas cardiovasculares después de una década de habitar en ese ambiente.
La idea con estos resultados no es advertir que para evitar riesgo cardiovascular se debería vivir en zonas altas, sino más bien se pretende instar en la consideración de estos factores sociales y ambientales a la hora de elaborar planes, programas o políticas de atención y prevención de enfermedades cardiovasculares.
Es indispensable, por ejemplo, que se pueda garantizar ‘vidas saludables’ para las personas que viven en zonas costeras, cercanas al mar. De la misma manera se busca potenciar prácticas saludables que eviten afectaciones a la salud por daños cardiovasculares considerando que este problema, a nivel mundial, constituye la principal causa de muerte.